BIOPLÁSTICOS PARA UNA AGRICULTURA INTENSIVA SOSTENIBLE Y UNA ECONOMÍA CIRCULAR
Los residuos plásticos dispersos en los diferentes compartimentos ambientales representan uno de los problemas más preocupantes asociados a las actividades humanas. Los procesos de degradación del medio ambiente convierten los plásticos en partículas más pequeñas, los llamados microplásticos, o fragmentos más pequeños conocidos como nanoplásticos. Las partículas de plástico en la escala de tamaño micro y nano son omnipresentes y representan una amenaza para la salud humana y el medio ambiente. El origen de la mayoría de esos plásticos es la gestión inadecuada de los residuos de diferentes actividades humanas. Los plásticos biodegradables, algunos de ellos producidos a partir de fuentes renovables, son una solución emergente para luchar contra la propagación de los plásticos persistentes. Los bioplásticos contribuyen a evitar la acumulación de fragmentos de plástico no biodegradables, pero su uso sigue viéndose obstaculizado por los escasos datos existentes sobre su impacto en entornos abiertos y en los sistemas de producción, incluida la agricultura. Una importante laguna de conocimiento es su biodegradabilidad en condiciones de no compostaje. En esta propuesta, evaluaremos el impacto del uso de los plásticos agrícolas en esquemas de agricultura intensiva. .
Durante los últimos 20 años, la producción de hortalizas en un entorno protegido ha contribuido de forma importante a las economías nacionales en la región mediterránea, especialmente en la provincia española de Almería, que cuenta con la mayor superficie cubierta por invernaderos del mundo. La contribución de Almería ha convertido a España en el primer exportador de frutas y hortalizas de la UE y el tercero del mundo, después de China y Estados Unidos. Este sistema de agricultura intensiva genera grandes cantidades de residuos de cultivos y se basa en un uso intensivo de plásticos. Las cifras son impresionantes. La horticultura protegida de Almería produce más de un millón de toneladas de biomasa agrícola residual al año, muchas de las cuales son reutilizadas por los agricultores para la producción de compost y/o abono verde, contribuyendo así a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. La cantidad de plástico utilizado en la zona asciende a más de 25.000 toneladas, de las cuales se recicla más del 85%. El más patente es el plástico utilizado para las cubiertas de los invernaderos, pero también es el más fácil de reciclar. Sin embargo, el plástico en contacto con el suelo y el mezclado con los residuos agrícolas supone un nuevo desafío medioambiental. . .
La reutilización de la biomasa contribuye a aumentar la circularidad de los procesos agrícolas, pero la disponibilidad de materias primas libres de residuos plásticos no biodegradables es esencial para la sostenibilidad. Los materiales biodegradables son importantes para aplicaciones en las que la recogida de residuos es económica o técnicamente imposible. Esta propuesta se refiere a la sustitución de los materiales no biodegradables de las espalderas y al uso de películas biodegradables de acolchado en los cultivos hortícolas protegidos. Se estudiará el impacto de la contaminación por plásticos debida a la agricultura intensiva en la zona de El Ejido, haciendo hincapié en la sustitución de plásticos convencionales por bioplásticos. Se evaluará la translocación de plásticos y aditivos a través del agua y el aire. Se evaluará la presencia de plásticos en la biota de los espacios protegidos en la zona de los invernaderos, prestando atención a la transferencia a los residuos plásticos a través de la cadena trófica. También se evaluará el efecto de los plásticos y los bioplásticos en la biota y la microbiota del suelo, y se estudiará el papel de los plásticos como fuente potencial de contaminantes químicos, incluida la posible bioacumulación de sustancias químicas derivadas del plástico en los tejidos vegetales y su transferencia al consumidor a través de la dieta.